¿Hubiera querido otra cosa? Seguro. Me hubiese encantado formar una familia que encajara en los cánones que impone el mandato social, qué voy a hacerme la progre. Un marido, dos o tres hijos, una casita, un perro, ¿por qué no? Las contingencias de la vida y algún resorte íntimo que no voy a ponerme a analizar, determinaron lo contrario. El padre de mi hija se borró olímpicamente y no le dio ni el apellido. Corrientes tiene payé y algunos hombres que no se hacen cargo de sus actos.
Cuando confirmé embarazo, perdí uno de los tres trabajos (en negro) que tenía. Los otros dos significaban un ínfimo monto de dinero que apenas alcanzaba para la pensión, comer, y - con mucho esfuerzo - ir pagando el parto en cuotitas, en una clínica privada, aterrorizada como estaba por varios casos de robo de bebés que habían ocurrido en los hospitales públicos de la provincia de Corrientes. Lejos de mi familia, en una región que a mediados de los noventa ya empezaba a sufrir las consecuencias del despojo de la Patria, la situación era bastante difícil. Mi panza y yo. Nadie ni nada más.
Ayer estaba en la Plaza, escuchando a mi Presidenta. Un discurso impecable, conceptual, contundente en las cifras y en lo político. Estaba ahí, unida por el cable de unos auriculares y algunas cosas más a mi hombre, que tal vez comprendió esa instantánea humedad en mis ojos y el corazón que se detenía cuando escuché a Cristina decir que se ampliaba la Asignación Universal por Hijo a las embarazadas, a partir del tercer mes de gestación. Y que esto incluía el Plan Nacer, con controles médicos a las madres y a los bebés, para que no se mueran, para que estén sanos.
Ayer mi Presidenta les dijo, a todas las mujeres embarazadas de mi país, que no están solas. Y yo las envidié, que quieren que les diga. Me hubiera gustado sentir el cobijo de algo más que la aridez de la cama en que me acurrucaba en esas horas. Con marido o sin él, un embarazo es más tranquilo cuando una sabe que el Estado se hace cargo, se ocupa. El Estado las protege, a ellas y a sus hijos, como no me protegió a mi ni a tantas, tantas otras.
El Estado, en la voz de mi Presidenta, restauró ayer el valor de una palabra ausente por tantos años: AMPARO.
Así, así, es cómo se vuelve a construir una Patria.
He dicho
muy lindo che.
ResponderEliminargracias por compartirlo.
abrazo
Gracias, Mago
ResponderEliminarte leo siempre y sabes como mover las distintas fibras íntimas con cada posteo.
ResponderEliminarbeso
Ariel
está en tus ojos que tras ese aluvión de ternura tiene en una de las trastiendas lo que hoy venis a contar en el blog, así es. Me decías que esto tenía algo de Evita y tenés razón. Este Estado dirigido por esta mujer tiene algo de Evita. Tenemos mucha suerte de que nos esté pasando. Un beso.
ResponderEliminarMuy bello post. Pero no me hagas lagrimear en el trabajo, che.
ResponderEliminarExcelente posteo, Tani. Soy mujer, no puede evitar que se me llenaran los ojos de lágrimas al leerlo.
ResponderEliminarTana, sumame al coro de llorones, te pasaste.
ResponderEliminarUn abrazo
El Ruso Ferman
Cheeeeee.... pero qué manga de maricones!!!
ResponderEliminarme inspiraste para hacer un dibujo,si tenes ganas te convido a verlo
ResponderEliminarhttp://magolla-buscandolasmanosdelgeneral.blogspot.com/2011/03/auh.html#comments
saludos
Tana,
ResponderEliminarUna vez escuché algo como que los pueblos se miden por cómo atiende a sus débiles. Y en eso, si bien falta mucho laburo fundamentalmente a nivel concientización, creo vamos creciendo.
Gracias por ayudar a tomar conciencia.
Gustavo - V.Devoto
Como mierda hiciste tana??---te juro que te leo y quisiera ser tan fuerte como vos. Desde lo económico no estoy mal pero traer una hija al mundo así...sola...sin nadie que me acompañe siquiera a una ecografía...es HORRIBLE...soy una tarada por escribirte esto acá y ahora...no lo publiques...te quiero, sos una madraza, ojalá pueda serlo yo con mis hijas (la que tengo y la que viene). Quería decirtelo nomás...gracias
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