"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza." ARTURO JAURETCHE

lunes, 26 de julio de 2010

20:25

Sospecho que, cuando supo que unos patrones agrarios estaban cortando las rutas, pensó de inmediato en el olor a bosta de vaca, en la oligarquía vendepatria, en los enemigos del Pueblo que la odiaron hasta el vivaelcáncer. Los habrá puteado una vez más, con toda la fuerza de su odio o de su amor. Los habrá querido escupir, habrá querido alertar una vez más al Pueblo, avivensé que estos son los mismos de siempre, los que nunca nos perdonaron la dignidad. Y habrá estado por ahi, de pie, al lado nuestro cuando salimos a defender, cuando nos negamos a dejarnos aplastar por aquella bota oligárquica que cambió la bosta por soja pero sigue explotando trabajadores. Y habrá mirado con desprecio al imbécil, mascullando que no se puede esperar otra cosa de un radical...

Imagino que cuando arrebatamos la platita a los buitres que se disfrazaron de palomas y se la devolvimos al Estado para que la reparta nuevamente entre nuestros viejos, habrá vuelto la vista atrás, a esos años felices en que los ancianos tenían garantizados sus derechos por la Constitución Peronista y por ella misma, que desde la Fundación no paraba de construir Hogares que dieran a los viejos el plato de comida caliente, la sábana limpia, la atención adecuada, el partido de bochas, el crochet. Qué cosas tan tristes han pasado que reparar el daño es hoy reconocer el derecho de dos millones de personas a, al menos, una jubilación, habrá pensado.


Intuyo que habrá apelotonado insultos de toda laya en la noche de la derrota. Insultos belicosos y a la vez alentadores. Desde algún lado, tal vez desde lo más profundo de nuestra amargura, todos supimos que no nos dejaría claudicar, que nos estaba sopapeando para que reaccionemos, que nos estaba diciendo que había que echar la piedra en el pozo de petróleo, que había que seguir peleando
en contra de todo lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la "ignominiosa" raza de los pueblos, contra la raza maldita de los explotadores y de los mercaderes de los pueblos. Y estaba, y está, porque así lo prometió.


Supongo que se habrá reído con ganas cuando los aplastamos con la Ley de Medios. Que le trajo la memoria todas las cosas que se decían de ella, tan parecidas, tan parecidas a las que... Qué cosa, pasan los años y ni siquiera tienen el mínimo talento de cambiar los insultos...


Y un día llegó la Asignación Universal por Hijo. Ciento ochenta pesos para que los pibes puedan tomar la leche con galletitas, o tener una muñeca en Navidad. Claro, yo los abrazaba con muñecas -habrá recordado-, o haciéndoles una ciudad, o llevándolos de vacaciones al mar, o asegurándoles las vacunas, las risas, la felicidad en la infancia. Cómo han hecho tan mierda mi Patria que la reparación, apenas la reparación, pasa por ciento ochenta pesos. Qué han hecho estos miserables, desde qué fondo hay que sacar a este Pueblo, por Dios. Cómo pudieron.
Aquello era Justicia y también costó el odio. Y acá, ya están queriendo negar los contreras hasta los ciento ochenta pesos. Porque dicen que se les van en juego y droga, bajezas a las que nos tienen acostumbrados.


Presiento su especial satisfacción con la ley de Matrimonio igualitario. Tal vez habrá pensado en su querido Paco, despreciado por peronista y por puto, en medio de los oropeles oligárquicos.
Probablemente volvió en un viejo tren a Junín, o aún a Los Toldos, sintiendo nuevamente el desdén, la discriminación, la humillación de portar un apellido ausente, ilegítimo. Y este acto justiciero otra vez, esto que tanta tirria provocó entre aquellos a los que les reprochó haber abandonado a los pobres y predicar la resignación frente a la injusticia, olvidarse del pueblo y haber hecho todo lo posible por ocultar el nombre y la figura de Cristo tras la cortina de humo con que lo inciensan.


Y sé, juro que lo sé, que a veces entra en el despacho presidencial. Despacio, con ese soplo etéreo de su presencia imborrable. Suavemente pero con la certeza de que en ese espacio es bienvenida. Sé que recuerda aquellas apretadas letras que permitieron el voto femenino. Sé que la ve trabajando infatigablemente, tal vez suspira, y la mira. Y se siente tan, tan orgullosa. Y así, con ese orgullo, dice sí. Definitivamente. Sí. Y se aleja tranquila.


jueves, 22 de julio de 2010

CUANDO HAY QUE IR, HAY QUE IR...

Por el cumpa Chiarenza, que se lo merece, y por Carrillo. Y porque escuchar al Tano y a Rachid está bueno. Y porque el Mujica y La Red, laburan. Y porque sí. Nadie puede dejar de faltar, che!!

miércoles, 21 de julio de 2010

ENJUICIENMENNNNNNNNNNN...


Déanlen, sean buenitos. Háganme un juicio político. Pero yo les digo, no soy malo, todo lo contrario, soy re re re bueno.

Por eso me dediqué a la política, de puro bueno nomás, porque no quiero ser famoso, aunque eso parezca cuando canto güi güi güi güi rock iú. Y tampoco quiero hacerme más rico, aunque eso parezca con todos esos negocios que hago en la ciudad. Yo quiero que la gente sea feliz, aunque no parezca eso cuando los mando a cagar a palos con la Metropolitana...

Ahora parece que ando escuchando gente y asociándome con chicos malos. Pero eso es mentira. Es el niñito Néstor que que hace todas estas cosas porque no me quiere nada nada. Entonces, compra al juez, a la cámara, compra todo para que parezca que el malo soy yo, y no él.

Pero háganme el juicio, déanlennnn. Total, necesitan dos tercios de los votos para destituirme. Y los números no les dan ni a palos...

domingo, 4 de julio de 2010

Locut.AR

Los locutores estamos en tu vida. Hasta en la sopa, la que sopapea a todas las sopas. Te leemos las noticias, te avisamos si va a hacer frío y si la panamericana viene cargada. Te decimos que te tomes tal yogur si querés cagar con regularidad, que este supermercado es el re más mejor de los supermercados, y qué salió número salió a la cabeza en la quiniela de provincia, además de recordarte qué significa en el yeite ese de los sueños (28, los cerros - ¡No! en verdad es las tetas, pero no se puede decir tetas por la tele). Te recomendamos que te vacunes y te contamos qué canción está sonando, te adelantamos cuál es el programa que va a venir, te chusmeamos con quién está saliendo tal o cual vedetonga, y te hacemos creer que Fulanita está espléndida porque usa el champú ese que le deja el pelo así. Y ayer estuvimos como locos recibiendo mensajitos desde temprano, felicitándonos por nuestro día, que fue ayer, claro.

Eso no es todo: si vos llamás a una empresa cualquiera (de telefonía, un suponer), te paseamos por todos los numeritos de tu celu hasta que te cansás y no reclamás un carajo. A veces estamos en los ascensores, diciéndote en que piso estás, porque suponemos que no sabés contar. Por si esto fuera poco, te hacemos las voces de los nenes, de los dibujitos y hasta la de Meryl Streep. Te contamos cómo fifan los rinocerontes y si mandás un mensaje a la radio lo leemos y le comentamos cualquier boludez encima. Si trabajás en una empresa concheta, puede que te animemos la fiestita de fin de año. Y cuando te recibís de algo, es probable que te llamemos para que te den tu diploma. Ah, y ahora gritamos como esquizofrénicos en los programas de la madrugada, pidiendo por favor que llames y contestes preguntas que son un monumento a la pelotudez humana.

Hablando de pelotudeces: los locutores somos expertos inigualables en coleccionar una cantidad inconcebible de datos absolutamente inútiles para la vida cotidiana o la trascendental (como aquel de los caños con la marca A. Torrante), al sólo efecto de echar mano de ellos cuando del otro lado del vidrio el productor nos hace señas, juntando en un montoncito los cinco dedos de cada mano, tocando la punta de los dedos de una mano con los de la otra, y separando ambas manos en sentido horizontal, en un gesto que se traduce como "ESTIRÁ" y que provoca el pánico inmediato en el locutor baldío de un bagaje cultural masomeno apreciable, un cúmulo básico de información sobre el tema del cual está hablando, o -en su defecto-, de los datos inútiles antedichos.

Bueno, no todo lo que suena en los medios audiovisuales son voces de locutores. Si así fuera, nos ahorraríamos el padecer a un Santo Biasatti (el hombre al que le afanaron todas las consonantes) o un Marcelo Bonelli (el tipo al que si mandás a hacer un curso de oratoria, lo dejás en coma cuatro, y si lo embocás con un manual de gramática, lo borrás para siempre de la faz de la tierra). Tampoco es que tooooooodos los locutores con carnet sean garantía de nada. Ahí tenés a un Pato Galván, por ejemplo, o a un Guillermo Lobo. Como ves, un título de locutor no te certifica lucidez ni veracidad, respectivamente.

Yo me dediqué a conducir actos. Será un poco por esa fascinación que ejerce en mí uno de los pocos territorios que domino: el escenario. Otro poco porque, en estas cuestiones de la comunicación, una de las cosas más bellas es la devolución, el reconocer qué pasa con el otro cuando vos desplegás tu oficio, cuando las palabras te atraviesan y llegan a su destino, siempre el otro. Sus ojos, que ocasionalmente ves humedecerse por historias que le contás, su mente, que por momentos comprende cuando compartís cierta información, su corazón, que puede hasta accionar cuando le mostrás el dolor humano. Siempre el otro.

Y vos, el locutor, estás tan presente que casi nadie repara en ello. No salís en las fotos, no te enfoca la cámara, nadie sabe tu nombre. Y sin embargo, fuiste quien -por onda o por oficio- dio su carácter al hecho comunicacional, o artístico, o político. Al menos parte de ese carácter. A veces, al finalizar un acto, vienen y me dicen “que hermosa voz”. Juro que, al menos en mi caso, no es algo que enorgullezca demasiado. El gozo verdadero me frunce las tripas cuando me agradecen la garra que le puse, o la onda, o simplemente el laburo. Y lo más conmovedor es cuando descubro que entendieron la profundidad del mensaje que otros quisieron decir por mi voz.

Cuando entré al ISER me preguntaron por qué quería ser locutora. Debo decir que, sin el título habilitante, venía ejerciendo el oficio desde hacía más de quince años. Con relativa vergüenza, por cierto. Mi respuesta fue que en este país había mucha, demasiada gente que no tenía acceso a los medios y cuya voz no podía ser escuchada, y que mi intención era prestar mi garganta para que pasen esas voces. Eso entendí en los tiempos de vivir en el país profundo, cuando escuchaba por la radio que el Moncho le avisaba a su cuñado que llegaba el domingo en el tren de las dos, o que la María había parido mellizos, o que había que guardar las gallinas porque se venía la tormenta. Lo que hacemos los locutores es comunicar. Parece una perogrullada, pero a veces los propios locutores lo olvidamos.

En verdad, no siempre esto resulta posible en el ejercicio de este oficio maravilloso. Cuando sos locutora oficial de un ámbito en el que convergen ideologías distintas, en muchos casos opuestas a la tuya, se hace difícil. En esas ocasiones, lo mejor es la cara de piedra y la locución absolutamente formal, sin un ápice de vos. A fin de cuentas, para eso gastaste pestañas estudiando. Eso aprendiste. De vez en cuando, podés dar rienda suelta a tus sentimientos, tus convicciones, tus ideas. Otras veces, te ajustás a la articulación lo más perfecta posible, las curvas entonacionales correctas, el aire medido, la respiración costeodiafragmática.

Yo me defino como una locutora nacional y popular. Y vengo pensando en esto de lo nacional, que es el carácter de la matrícula que te dan cuando pasás el último examen. Es tiempo de pensar en una locución nacional. Digo, en una locución que no sólo venda gaseosas, sino que imprima este sentido nacional al habla, a la comunicación, a los medios. Una dialéctica entre la semántica y la cosmovisión popular. Una locución que sea emergente de la forma de hablar de los argentinos, y también de las distintas formas de pensar, una hermenéutica de la construcción lingüística regional. Si por la lengua nos definimos, si la construcción del yo y de la propia imagen se da a través del lenguaje, pues el habla debe responder a la entelequia propia de estas tierras y su Pueblo. Y los comunicadores en general, los locutores en particular, debiéramos amparar con nuestro oficio, los intereses, los deseos, los sueños, las posibilidades, las definiciones, las capacidades, en definitiva, el resquicio por donde el Pueblo pueda manifestarse más allá de los designios de los monopolios de la palabra.

Locutora nacional y popular es lo que soy. Del mismo modo que soy mujer orgullosa de su femineidad, mamá enamorada de su hija, compañera queriente de su hombre, amiga incondicional de sus amigos, argentina amante de su Patria. Todas cosas que me definen. Ayer, por un rato, hice foco en que soy locutora. Claro, porque fue el día del locutor. Y por eso me escribí esto. Y lo posteé recién hoy porque otra cosa que me define es que soy bastante vaga.

He dicho.

sábado, 3 de julio de 2010

OchenTATY



Es como el segundo gol de Tévez a los mexicanos. Directa, sin vacilaciones, un vendaval que arrasa, como absoluta, tajante, nítida. Tiene un rostro atiborrado de consonantes y vocales que se le cuelan en cada mohín, y esa voz cascada, casi ronca, profunda, que sonríe o frunce el ceño como si fuera una cara. Con esa voz me interpela desde el telefonito, en los días previos al 24 de marzo o a principios de diciembre. Me pregunta si voy a conducir la Plaza, con Norita y Copito. No sé para qué carajos me pregunta, si sabe, sabe. Si la única vez que no estuve fue porque estaba en el hospital y mi apéndice en un tacho de basura. Pero ella llama igual, por las dudas, porque ya no puede ser el apéndice pero siempre queda una vesícula.

Viene y te mira así, sin que puedas escaparte. Te apabulla con relatos que mezclan dolores y absurdos. Apoya su mano en tu antebrazo y te otea como de abajito, mientras el olor del café con leche inunda el ínfimo bar de la Avenida Belgrano, y te cuenta cosas. Y qué querés que te diga, te dan como vergüenza ciertas flojeras que solés tener, porque ante minas como esta no tenés derecho a sentirte débil o inerme, no señor. Te preguntás de dónde carajo saca esa fuerza rabiosa, esas ganas de romper las pelotas, esa alegría que le sonríe en los ojos arropando muchas veces aquel viejo dolor que supo hacer fecundo. Te respondés que algún hechizo incomprensible obra en mujeres como ella, algo que les sale de la matriz y se desparrama generosamente, al tiempo que va intentando curar una aflicción incurable.

Gasta zapatos, vaya si los gasta. Viene trazando caminos hechos de pasos nomás. Así va haciendo del mundo una gran Plaza de Mayo, extendiendo el círculo empedernido desde la pirámide hacia las orillas de la Tierra, trajinando universidades y villas, despachos y veredas, leyendo los poemas de Alejandro, denunciando chacales, exigiendo justicia.

Se pone como loca cuando le decís vieja, aunque lo digas desde la ternura y el cariño con que los hijos hablamos de los viejos. Viejos son los trapos, te dice, y vos qué le vas a hacer, sonreís y callás.

Hace unos días la vieja cumplió ochenta pirulos y esta noche, cuando brindemos, detrás del bochinche, los aplausos, la velita, los abrazos con los amigos, las emociones desbordantes, tal vez podamos descifrar ciertas sombras en el fondo de sus ojos que, como por arte de amor, sencillamente se hacen luz.

Feliz cumpleaños, vieja

QUERIDO D10S



Que se inspiren, que suden, que disfruten. Que jueguen y se diviertan.

Que Lio se cure los mocos, lo dejen jugar masomeno tranquilo y libere su magia.

Que el Peón Clemente labure como sabe hacerlo.

Que entre un rato la Bruja y desparrame su hechizo por todo el campo.

Que entre un ratito Palermo, un ratito nomás, lo necesario como para fusilar de un zurdazo al arquero alemán.

Que el Apache saque todo el potrero que lleva dentro

Que Heinze ande como loco por toda la cancha.

Que los guantes de Romero se estiren, y el tipo vuele.

Que el arco contrario se haga de goma, se ensancheeeeee, se ensancheeeee, se ensancheeeee

Que el arco nuestro se cierre como culito de muñeco.

Que la cancha se incline siempre para el lado de los alemanotes.

Que la Jabulani se enamore de la red del arco rival.

Eso nomás te pido. Una alegría más para casi cuarenta millones de tipos.
Tampoco es tanto, che.
Amén


P.D. de la Rama Pendenciera: QUE LES ROMPAMOS EL ORRRRRRRRRRRRRRRTO!!!!

viernes, 2 de julio de 2010

ERAMOS TAN POBRES....



...Que teníamos que aumentarnos el sueldo. Después de todo, legislar para la ciudad de Buenos Aires es una tarea casi de esclavos, terrible, ufff... Ustedes no se imaginan cuánto daríamos por cargar bolsas en el puerto...



Por suerte ahí está el compañero Ritondo para hacer justicia, porque nos habíamos quedado atrasados con los haberes. El año pasado, a nuestros empleados les aumentamos 500 pesos y nosotros nos quedamos afuera de eso. Claro que a fin de año nos repartimos una platita más que interesante entre nosotros, pero no cuenta.



El bueno de Ritondo nos consiguió un aumentito de un 10 % en la cantidad de módulos. Ustedes no entienden. El salario de los trabajadores de la legislatura porteña está modulado, cada módulo vale casi $12, después del 20% de aumento de las paritarias de este año. Los dipus tenemos un sueldo compuesto por 1075 módulos. ¿Los empleados? Bueno, eso es otra cosa. La categoría más baja de los transitorios tiene 157 módulos. Los hay contratados que ganan $1.500.- por mes, y tienen que pagar monotributo. Pero bueno, che, además cobran un salario familiar de $100.- por hijo (los transitorios y permanentes) y una ayuda por escolaridad de $ 5.- Ehhhhhhh!! ¡Y eso lo cobran todos los meses, eh! En las paritarias no les aumentamos eso, ni les dimos el retroactivo de un mes que nos pedían porque nos atrasamos en dar el aumento. Es que no tenemos plata, no alcanza para todos, por eso debíamos aumentarnos la cantidad de módulos nosotros y no el valor del mismo. Cosas de la vida...

Anoche, mientras nos peleábamos entre todos por los motoqueros, salió nuestro héroe Ritondo y nos propuso lo del aumento. Ahí nos olvidamos de todas nuestras diferencias ideológicas y votamos, todos juntitos y contentos, menos esos malaonda de Proyecto Surf que votaron en contra pero el aumento lo van a cobrar igual, los puritos estos.

En fin... es tan dura la vida de un legislador porteño...

jueves, 1 de julio de 2010

EL GENERAL Y EL MAR


Vea, General: yo conocí el mar por Usted. Me tuve que bancar tres vacunas en la espalda cuando tenía 8 años , con una agujita mínima que dolía hasta la puta, y me cortaron el largo y lacio pelo casi rubio y me dejaron una melenita infame para que no me agarraran los piojos. Depués me fui amorochando de adentro y el pelo tuvo que hacer lo mismo. Vio cómo es. Una no puede ser una cosa por dentro y otra por fuera.

Creo que fuimos en tren, era lindo el tren, así que prefiero que hayamos ido en tren. Lo que sí recuerdo es el bolso de lona azul claro que me hizo mi madrina para llevar la ropa, incómodo, grande, las bombachas de algodón rayado y las mallas de lana azul que nos daban para que estemos todas iguales y no nos perdiéramos en la playa.

Llegué al complejo. No me alcanzaban los ojos para nada, vea, General. Todo era tan escandalosamente grande desde mi escaso metro y pico: los edificios, el patio, los jardines, las habitaciones con infinidad de camas marineras, el mar. El mar, General, el que conocí por usted

La única amiguita que me hice, la que dormía en la cama de arriba, era judía. Lo supe porque fue lo que le explicó a la dulce señorita Amanda cuando le preguntó por qué no se unía a los rezos de todos antes de dormir, porque nos hacían sentarnos en la cama y rezar al angelito de la guarda. Y menos mal que nos hacían rezar, porque yo todavía tenía miedo a la oscuridad. No sé si me sentía más segura por el rezo o por las celadoras que nos cuidaban toda la noche. Judith, mi amiguita, andaba conmigo para todos lados, ella judía y yo narigona, poca bola a los otros grupitos de nenas, unas mayores que nosotras y otras más lindas que nosotras.

Aprendí algunas cosas, enfundada en esa malla azul que picaba. Aprendí lo terrible que era extrañar a mi nonna (y no sabía que se me iba a ir meses más tarde), a mi viejo (y no sabía que se me iba a ir cuando le quedaba tanto por joder). Aprendí que los chicos son crueles y las maestras no hacen justicia siempre. Aprendí que el mar era una inmensidad que se me metía en el cuerpo, igual que después lo hizo el peronismo. Ví un cangrejo por primera vez en mi vida, ¿sabe? Me lo tiraron las nenas grandes y lloré bastante del susto. El bicho estaba recontra seco, pero me rozó el talón, y yo creí que la piel del talón se me iba a poner dura para siempre, quizás porque nunca había reparado en la piel de mi talón.

Pero ese no fue mi primer encuentro con usted, General. Venía ya zizagueando en el relato de mi viejo y el guardapolvo y los zapatos que le hizo llegar para que fuera a la escuela, y en las canciones de mi tía Imelda que me decía niña hermosa te daré una cosa que empieza con P. No sabíamos aún que usted se nos iba a ir, poco después de darme algo en aquel verano del 73: el mar, General.
Cuando Usted se murió, se murió el "Padre Eterno".

Lo bueno de un Padre que es eterno es que una puede pelearse y amigarse a cada rato, descubrirle las cosas jodidas, las maravillosas, sacarlo de la idealización y verlo como un hombre. Vivirlo. Digo, porque los pibes a los padres los ven muchas veces como superhéroes. Más de un pendejo debe creer que su papá vuela. O al menos en mi infancia éramos proclives a esas cosas, ahora los pibes no se comen ninguna.

Si yo hubiera creído hasta hoy que mi viejo era Goyeneche, un día iba a tener que darme la cabeza contra la pared y ver que era el Flaco Balsarini, nomás, y que sus mayores hazañas fueron salir subcampeón de básquet en los Infantiles Evita del 51, criar tres hijos y aguantar a mi vieja. Por suerte esas cosas una las fue descubriendo de a poco y el golpe no fue tan duro. Creo. A fin de cuentas, cuando una se pelea o se enoja, no es menos hija. Y, sobre todo, el padre no es menos padre.

Lo mismo me pasa con usted, General. Escucho historias sobre Usted y las cosas que hizo, lo leo, lo recontra leo. El discurso del cinco por uno, y también el de los que tratan de infiltrarse en el Movimiento. Durante mi juventud pensé que la Revolución que Usted había hecho era inconclusa porque no la habían dejado llegar al socialismo. En mi madurez creo que la única Revolución posible en esta Patria es la que usted hizo: el salario justo, las vacaciones, la jubilación, las escuelas, la industria nacional, la casita, el asado de los domingos, que yo conociera el mar y mi viejo tuviera zapatos. La dignidad. Si eso nos dejó tantos muertos, tantas persecuciones, tanta cárcel, tanta tortura, ni hablar de la propiedad social de los medios de producción.

Es que veo, General, que en esta Patria morocha como mi Presidenta, los enemigos del Pueblo siguen agazapados. Se hacen los democráticos, usted lo sabe bien, les queda bien decir "Libertad, Igualdad, Fraternidad", pero de esa trilogía, lo que no soportan es la Igualdad. Porque siguen queriendo que el hijo del barrendero muera barrendero. Y usted, General, hizo que el barrendero soñara con la chapa en la puerta del hijo. Y que la modista lo viera al pibe abogado, o periodista. Y eso, General, todavía no se lo perdonan.

Por eso yo, que a veces me peleo con usted, después lo adoro, más tarde lo puteo y me pregunto por qué algunas cosas -usted sabe de qué le hablo- , me descoloco por algunas contradicciones, comprendo que no hubo cosa mejor que aquellos días, comprendo que no hubo hombre más visionario que Usted, y que para que los días vuelvan definitivamente a ser felices, sólo hay que hurgar en la memoria popular, en la cultura barrial, en los escritos políticos. Ahí esta todo. Su legado, General. Lo trae todo de nuevo mi Presidenta, General, por eso le pelean con tanta saña. Qué orgullo debe darle mi Presidenta...

Todos, todos en esta Patria le debemos algo, General. Yo le debo esta obstinación, esta tozudez, este fanatismo, este saber que nunca voy a ser feliz si yo sola soy feliz. Ah, y el mar.

ESTE BLOG ESTA ORGULLOSO DE SER PARTE DE LA MIERDA OFICIALISTA