Hace mucho, mucho tiempo, en un país lejano llamado Clarinlandia, había un boludo. Era un boludo importante, con título y con un culo en cuatro dimensiones, lo que le valió que lo eligieran vicepresidente.
El boludo andaba por la vida creyéndose un patriota, presumiendo de republicano, tragándose sin agüita la dorada píldora que le proveyeran don Magnetto y sus secuaces, suponiéndose el jefe accccc-soluto de la santa oposición y aledaños. Le faltaba el tutú para creerse primera bailarina del Colón, vea.
Cuenta la leyenda que el boludo empezó a suponerse fundamental para la Patria el día que traicionó el mandato popular votando en contra del gobierno del que formaba parte, escondiendo su flagrante defección tras las polleras de sus hijas, que así de cagón es. No contento con eso, desoyó durante dos largos años el clamor multitudinario que le aconsejaba retirarse mentando a la progenitora que lo había traído al mundo (con esos modos tan impropios que tiene la negrada). El boludo se atornilló al sillón que le habían prestado y así transcurrió esos meses, con más pena que gloria.
Tan creído andaba el boludo, que llegando al final de su mandato despreció otra oportunidad histórica: la de dar un paso al costado ante el aluvión de votos de la última elección presidencial. Pero no, el boludo no sólo no dio el paso al costado, sino que porfió en su capricho y, con un ancho falso en la mano cantó retruco y se levantó para mojarle la oreja a mi Presidenta, diciéndole que si quería que no estuviera en la ceremonia de reasunción, se lo pidiera personalmente. Mi presidenta orejeó sus cartas, y con ancho de espadas, el de basto y el siete de espadas, muy tranquilamente susurró quiero vale cuatro, y lo mandó a cumplir con la Constitución y tomarle el juramento. Desde arriba de la palmera.
Así es que dentro de cinco días, el gran boludo argentino será coronado Rey de los Boludos, cuando se retire del recinto por la puerta de atrás, en medio de una silbatina generalizada, en busca de las polleras de sus hijas, luciendo impertérrito su bonito helado en la frente.
He dicho.
Con un poco menos de piedad (aunque el desprecio que destila su nota es evidente) cambio "boludo" por "hijo de puta"...¡¡¡andateCoboslaputaqueepariooo!!!
ResponderEliminar¿¿¿dESPRECIO YO?????? Naaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarPoooobre ... No le digas así. Con los mofletes inflados me hace recordar a Quico, el de la vecindad del Chavo.
ResponderEliminarNo sé cómo va a hacer Cristina a partir del día 10, cuando se encuentre con un vicepresidente de verdad. Se tendrá que acostumbrar.
Saludos
Tilo, 70 años