
Como muchos, todavía no termino de recuperarme. El dolor de piernas y la disfonía son apenas un detalle que habla de cinco días agitados, vibrantes, eufóricos, de humedad en los ojos, de nudos en la garganta, de apretujes, sentadas en el piso, caminatas por el medio de la nueve de julio, el haber ido sin más encuadre que el de esos ojos, esos besos, esos aires compañeros, la frustración por no haber podido entrar a los stands, honor honor al gran Cabral, la mirada maravillada ante la prueba irrefutable de que en este país pueden hacerse cosas verdaderamente grandes, imponentes . Un amontonamiento desprolijo de emociones, sensaciones, pasiones, que -al momento de pensar qué corchos escribir sobre estos días- encuentran resumen en una sola palabra: ELLA
Ella, que puso a mi Patria donde debe estar, en el corazón de Latinoamérica, surgiendo desde lo profundo del cono Sur para hacerse oír en el concierto de naciones con voz propia, pero a coro con los hermanos paises de esta parte del continente.
Ella, que puso a mi Pueblo donde debe estar: en las calles, siendo protagonista de un hecho cultural y sociológico sin precedentes, recuperando la alegría de pertenecer, recuperando la marcha de San Lorenzo, recuperando la palabra Patria y los símbolos nacionales, que durante muchos años fueron usurpados por los dueños del terror y las tierras.
Ella, que puso a los patriotas de este continente donde deben estar: en la cotidianeidad, en el lenguaje diario, en la Casa Rosada, en la alegría de muchos, en el odio de los de siempre.
Ella, que puso a los pibes de mi Patria donde deben estar: en la escuela, vacunados, tomando la leche con galletitas, cuidados por un Estado protector, inclusivo, justiciero.
Ella, que puso a los abuelos de mi país donde deben estar: bajo el amparo de una jubilación que aumenta dos veces por año y que está garantizada y no bajo la incertidumbre de los vaivenes caprichosos del mercado.
Ella, que siguió poniendo a los represores donde deben estar: en cárceles comunes.
Ella, que puso la palabra donde debe estar: al alcance de la escucha y el decir de TODOS.
Ella, que puso a los poderes económicos donde deben estar: contra las cuerdas, subordinados a las políticas económicas y no decidiéndolas, en contra de los intereses del Pueblo
Ella, que puso a los gorilas donde deben estar: en la vereda de enfrente de la Historia, mascullando sus fracasos, vomitando sus amarguras, chillando desconcertados porque una vez más la realidad los pasó por arriba, rumiando sus odios atávicos en la oscuridad de una redacción monopólica, un almuerzo televisado, una cámara que se apaga.
Ella, que puso al Bicentenario donde debe estar: en el corazón, la sonrisa, los abrazos, las lágrimas, las tripas del Pueblo. Y en el comentario admirado de todas las naciones.
Ella, que puso cada cosa en su lugar. La Educación, la Salud, la Ciencia, los Derechos Humanos, la Libertad de Expresión, el Trabajo, la Dignidad, en primeros planos.
Ella, que no avaló con su presencia una fiestita para pocos.
Ella, que baila con el pueblo en una fiesta de todos, que sonríe y se ilumina, que gobierna, que se emociona, que se enoja, que explica, que reclama, que hace Justicia.
Ella, que me inflama cada día de orgullo de ser mujer y peronista.
Ella es el bicentenario. Doscientas veces ella.
He dicho.