
Néstor está tan presente en esta jornada que comienza –para mí- con la reunión previa en Familiares, tres de la tarde, recibiendo las instrucciones del día, papeles y más papeles, adhesiones, consignas,

Salgo de Familiares con Orlando, Nora se nos va a unir más tarde, cuando termine su programa en la radio. Caminamos desde Congreso a la 9 de Julio en medio de banderas rojas, ni una sola bandera argentina, mirá qué cosa. La avenida más ancha del mundo está hasta las manos, atiborrada de gente que espera el paso de la otra marcha.
Los troskos son muchos. Diríase que están todos los troskos de la Argentina. Ni uno menos. Pasan entre nosotros gritando consignas busconas. Vienen un 24 a gritar contra el gobierno que está metiendo en cana a todos los milicos. Así de ubicaditos son. Pickle en pan dulce. Que a Mariano Ferreira lo van a vengar con la lucha, dicen. Habría que a avisarle a la loca de la voz de pito que Pedraza está en gayola. No sé, digo, a lo mejor no se enteró. Gritan contra Cristina, la comparan con la dictadura. El Pueblo sólo los rechifla, con los dedos en ve. Pobres troskos, ya no sirven ni para provocar. Se quedaron con las ganas de regalarle a Clarín la tapa de los incidentes.
A Orlando lo pierdo al toque. Se zambulle en La Cámpora como un pibe en una caramelería. Veo una piba con su remera: “Yo lo ví bajar los cuadros”.

Nora es una maestra abriéndose paso entre la gente. Yo con mi hija y su amiguita a cuestas trato de ser más prudente. Llegamos a la valla. Somos las conductoras del acto. La valla se abre. Subimos al escenario. Quedan

Decía hace unos días que este 24 iba a ser diferente. Y sin dudas lo es. Néstor está tan presente. Está ahí, saltando entre la muchedumbre, con el saco eternamente desabrochado, la corbata floja, el pelo revuelto, tal vez el camarazo en la frente. Está ahí, en medio de tantos tantos dedos en ve, tantos como nunca había visto en una marcha del 24. Porque recuerdo hace años, los peronistas éramos no muy bien vistos en esa marcha. Y casi ni nos animábamos a hacer la ve, no porque tuviéramos vergüenza, no, sino que para qué irritar susceptibilidades. Ahora estamos a nuestras anchas.
Treinta mil compañeros detenidos desaparecidos presentes ahora y siempre es el grito inaugural, un canon que me rompe la garganta y qué me importa la técnica vocal, esto se grita desde las tripas, no se puede andar pensando cómo colocar la voz. Nos lleva dos segundos organizarnos. ¿De izquierda a derecha o al revés? Qué se yo dale, vamos. Se leen las adhesiones. Circula esa energía de gente que escucha, que quiere oír quiénes estamos, quiénes somos ahí. Gente que quiere escuchar el nombre de su agrupación, su centro cultural, su sindicato, su centro de estudiantes. El aplauso fácil se consigue rápido, le digo a Nora, después de que nombra a los Putos Peronistas y a los Negros de Mierda. Se ríe. Seguimos con las adhesiones.
Pasa que cuando uno lee así, sin haber ojeado previamente más que muy por arriba, va diciendo las palabras al tiempo que va pispeando el renglón que viene. Pasa eso con la adhesión de La Tendencia Nac&pop. Voy leyendo: gracias madres, gracias abuelas… y veo lo que sigue y se me para el corazón y no me sale la voz, porque la emoción hace eso, te agarra la voz y te la lleva al fondo de la garganta. Tanto es así que mis compañeros creen que ahí se terminó la adhesión y siguen leyendo hasta que les digo paren que no terminó, lo que me da unos segundos para recomponerme y leer lo que me falta, como puedo, con ese nudo: “Gracias Néstor, gracias Cristina, por hacer posible lo imposible…” Está tan, pero tan presente… Vienen los de Choque Urbano y hacen una fiesta ahí arriba. Sí, después de todo, no nos robaron la alegría.
Llegan las viejas, nuestras queridas viejas. La plaz

Se va cerrando la tarde. Madres, Abuelas, Hijos, Familiares, Herman@s, van bajando del escenario. Casi sin darme cuenta volteo la vista hacia la izquierda de la Plaza, algo me llama. Alguien. Mi hombre que me hace la ve, que me mira arrobado, orgulloso, que me tira otro beso, le susurro algo que entiende. El pecho está encendido y los ojos se humedecen. Pequeños gestos de amor que le dan sentido a tantas cosas… También ahí está presente Néstor. Saludo a los chicos. Aparece un eternéstor entre la multitud. Todavía faltan las actuaciones de los grupos de rock. Orlando, Nora y yo nos abrazamos. Una vez más, lo hicimos.
Después de presentar al último grupo, emprendo el

He dicho.