A los argentinos nos gusta tener algo de platita guardada. Las familias solemos, o pretendemos, o nos gustaría al menos, tener un fondito “por si las moscas”. Será, sospecho, legado de nuestros abuelos italianos, o gallegos, que se vinieron de las uropas con una mano atrás y otra adelante, la yugaron calladitos, y nos enseñaron que “el ahorro es la base de la fortuna”. Claros es que, para ahorrar, hay que tener qué ahorrar. Recuerdo que mi profe de Economía Política de 4to año nos explicó, una vez, que un salario digno tenía que alcanzarte para cubrir alimentación, vestimenta, salud, vivienda, educación, recreación y que, además, tenía que quedarte un restito para guardar. Es decir, que tuvieras capacidad de ahorro. Como me decía mi viejo. Y sí, bastante peroncho era mi profe de Economía. Como mi viejo.
Pongamos que usted, jefa de familia, tiene un negocito y con eso mantiene la casa. Digamos que, en los últimos (un suponer) 6 ó 7 años, le anduvieron bien las cuestiones económicas. Y que, además, en los últimos años está administrando bien su casa. Que hace bien las cosas, y que la diferencia entre lo que le queda del negocito y lo que gasta, lo fue guardando. Y así, como quien no quiere la cosa, se juntó unos – pongamos- 50.000 mangos. Y los tiene ahí, guardaditos, por si las moscas, y se contrató a un ñato que se los cuide. Un ñato que sabe de cuidar alcancías, digamos.
Ahora bien. En estos, y otros años, usted se compró heladera, microondas, un plasma, cambió el lavarropas. Todo en cuotas. Cuotas que tiene que pagar. Y que, occccc-viamente, tienen intereses. Ah, y que además tiene una deuda importante con el fisco, el banco, la costurera de la esquina, y pidió plata prestada a una financiera.
Un día usted se puso a hacer cuentas, y se percató de que, en este año, tiene vencimientos por unos – digamos- 6.900 y la charrasca, pongamos 7.000 mangos. Y sabe que, si no paga, tiene varios problemas: los intereses se le disparan a la mierda y queda escrachada en el Veraz, lo cual le resta seriamente las posibilidades de sacar otro crédito por si quiere cambiar el autito.
Y toma una decisión: va a pagar toda su deuda con la platita esa que tiene guardada. Usted decide eso y comunica su decisión a todo el mundo. Y ese día, hasta el almacenero le dijo que si no le alcanzaba la plata para una lata de palmitos, se la llevara y le pagaba mañana.
Entonces usted va y le dice al ñato que le cuida la plata (esa plata que le sobra, en ese fondo que sigue creciendo día a día porque usted aprendió que pesito que le sobra, pesito que tiene que ir a la alcancía) que le de siete lucas para pagar las deudas. ¿Y qué pasó? Resulta que el ñato que le cuida la plata le dice que no, que esa plata tiene que seguir guardada por si las moscas, y que si quiere pagar la deuda busque plata de otro lado. Tiene dos occcc-ciones: o pide un préstamo a un usurero, lo que le va a generar más deuda, o usa la plata que tiene para darle de morfar a los pibes, comprarles la pilcha, comprarse los puchos y pasarle unos mangos a su vieja, que si bien tiene jubilación y pensión gracias a este gobierno, nunca está de más tirarle unos mangos.
Usted, como es de suponer, entiende que eso es una locura. Si tiene esa platita por si las moscas. Y qué. ¿La deuda no es una mosca? Sí, es una mosca verde y asquerosa. Mejor que se la saque de encima.
Entonces usted va y le dice al ñato que todo bien con él, pero que se vaya buscando otro laburo porque si no le da la plata para la mosca verde usted lo despide. ¿Y qué hace el ñato? Se agarra fuerte fuerte de la alcancía y le dice que si quiere echarlo tiene que consultarlo con su familia. Esto es: su hijo obrero, que piensa igual que usted, su hijo el yuppie, que nunca se sabe lo que piensa, y el tío Cleto, ese con cara de pánfilo pero que con el tiempo demostró ser flor de turrito, que está viviendo con usted desde hace un par de años, de prestado. Además, el ñato que le cuida la plata va y le cuenta sus cuitas a la radio del barrio, que le tiene bronca a usted porque se anda quejando de que la radio interfiere y no le deja escuchar otras radios. Y por si esto fuera poco, el ñato va y hace una denuncia ante el consejo de ancianos del barrio, que tercian en los conflictos de los vecinos, y rápidamente una de las viejas del consejo va y le dice que usted no lo puede echar sin autorización de la familia y que no puede usar la plata guardada para pagar sus deudas. Y salen los vecinos, las putas del barrio, la peluquera, el guardián de la plaza y hasta el linyera de la esquina, todos pasan en fila por la radio del barrio a decir que usted es una autoritaria de mierda, y que la alcancía debe ser independiente, y que la deuda hay que investigarla, y que si la quiere pagar tiene que ajustar sus gastos, y que los cuidadores de alcancías son in-to-ca-bles.
Y bien, usted se sopla el flequillo así, para arriba, de la única forma que se puede soplar un flequillo. El tío Cleto estaba de vacaciones pero más rápido que un bombero se vino haciendo alharaca de que iba a ayudar. Su hijo el obrero que piensa como usted estaba ahí. Y su hijo el yuppie fue a consultar con su novia la gorda que está tostada (o más bien quemada) hasta en agosto, a la que le encanta salir en los programas de la radio del barrio y que la odia porque usted es flaca, divina, y sabe administrar una casa.
Usted está ahora esperando que la familia la aconseje. Mientras tanto, el Ñato que le cuidaba la plata se hizo el ofendido y renunció al trabajo del que usted lo había echado. Y, como era de esperarse, salió corriendo el movilero de la radio del barrio, conmovido porque el ñato sólo quiere guardar su plata y preservar la independencia de la alcancía. Mientras tanto, ahora tiene más platita guardada, porque usted es buena administradora, pero perdió un tiempo precioso.
Así son las cosas, doña. Pan y picadillo.
Y sépalo, doña. Usted, es el Estado.
He dicho.
Pongamos que usted, jefa de familia, tiene un negocito y con eso mantiene la casa. Digamos que, en los últimos (un suponer) 6 ó 7 años, le anduvieron bien las cuestiones económicas. Y que, además, en los últimos años está administrando bien su casa. Que hace bien las cosas, y que la diferencia entre lo que le queda del negocito y lo que gasta, lo fue guardando. Y así, como quien no quiere la cosa, se juntó unos – pongamos- 50.000 mangos. Y los tiene ahí, guardaditos, por si las moscas, y se contrató a un ñato que se los cuide. Un ñato que sabe de cuidar alcancías, digamos.
Ahora bien. En estos, y otros años, usted se compró heladera, microondas, un plasma, cambió el lavarropas. Todo en cuotas. Cuotas que tiene que pagar. Y que, occccc-viamente, tienen intereses. Ah, y que además tiene una deuda importante con el fisco, el banco, la costurera de la esquina, y pidió plata prestada a una financiera.
Un día usted se puso a hacer cuentas, y se percató de que, en este año, tiene vencimientos por unos – digamos- 6.900 y la charrasca, pongamos 7.000 mangos. Y sabe que, si no paga, tiene varios problemas: los intereses se le disparan a la mierda y queda escrachada en el Veraz, lo cual le resta seriamente las posibilidades de sacar otro crédito por si quiere cambiar el autito.
Y toma una decisión: va a pagar toda su deuda con la platita esa que tiene guardada. Usted decide eso y comunica su decisión a todo el mundo. Y ese día, hasta el almacenero le dijo que si no le alcanzaba la plata para una lata de palmitos, se la llevara y le pagaba mañana.
Entonces usted va y le dice al ñato que le cuida la plata (esa plata que le sobra, en ese fondo que sigue creciendo día a día porque usted aprendió que pesito que le sobra, pesito que tiene que ir a la alcancía) que le de siete lucas para pagar las deudas. ¿Y qué pasó? Resulta que el ñato que le cuida la plata le dice que no, que esa plata tiene que seguir guardada por si las moscas, y que si quiere pagar la deuda busque plata de otro lado. Tiene dos occcc-ciones: o pide un préstamo a un usurero, lo que le va a generar más deuda, o usa la plata que tiene para darle de morfar a los pibes, comprarles la pilcha, comprarse los puchos y pasarle unos mangos a su vieja, que si bien tiene jubilación y pensión gracias a este gobierno, nunca está de más tirarle unos mangos.
Usted, como es de suponer, entiende que eso es una locura. Si tiene esa platita por si las moscas. Y qué. ¿La deuda no es una mosca? Sí, es una mosca verde y asquerosa. Mejor que se la saque de encima.
Entonces usted va y le dice al ñato que todo bien con él, pero que se vaya buscando otro laburo porque si no le da la plata para la mosca verde usted lo despide. ¿Y qué hace el ñato? Se agarra fuerte fuerte de la alcancía y le dice que si quiere echarlo tiene que consultarlo con su familia. Esto es: su hijo obrero, que piensa igual que usted, su hijo el yuppie, que nunca se sabe lo que piensa, y el tío Cleto, ese con cara de pánfilo pero que con el tiempo demostró ser flor de turrito, que está viviendo con usted desde hace un par de años, de prestado. Además, el ñato que le cuida la plata va y le cuenta sus cuitas a la radio del barrio, que le tiene bronca a usted porque se anda quejando de que la radio interfiere y no le deja escuchar otras radios. Y por si esto fuera poco, el ñato va y hace una denuncia ante el consejo de ancianos del barrio, que tercian en los conflictos de los vecinos, y rápidamente una de las viejas del consejo va y le dice que usted no lo puede echar sin autorización de la familia y que no puede usar la plata guardada para pagar sus deudas. Y salen los vecinos, las putas del barrio, la peluquera, el guardián de la plaza y hasta el linyera de la esquina, todos pasan en fila por la radio del barrio a decir que usted es una autoritaria de mierda, y que la alcancía debe ser independiente, y que la deuda hay que investigarla, y que si la quiere pagar tiene que ajustar sus gastos, y que los cuidadores de alcancías son in-to-ca-bles.
Y bien, usted se sopla el flequillo así, para arriba, de la única forma que se puede soplar un flequillo. El tío Cleto estaba de vacaciones pero más rápido que un bombero se vino haciendo alharaca de que iba a ayudar. Su hijo el obrero que piensa como usted estaba ahí. Y su hijo el yuppie fue a consultar con su novia la gorda que está tostada (o más bien quemada) hasta en agosto, a la que le encanta salir en los programas de la radio del barrio y que la odia porque usted es flaca, divina, y sabe administrar una casa.
Usted está ahora esperando que la familia la aconseje. Mientras tanto, el Ñato que le cuidaba la plata se hizo el ofendido y renunció al trabajo del que usted lo había echado. Y, como era de esperarse, salió corriendo el movilero de la radio del barrio, conmovido porque el ñato sólo quiere guardar su plata y preservar la independencia de la alcancía. Mientras tanto, ahora tiene más platita guardada, porque usted es buena administradora, pero perdió un tiempo precioso.
Así son las cosas, doña. Pan y picadillo.
Y sépalo, doña. Usted, es el Estado.
He dicho.
Nos tenés acostumbrados a los posteos didácticos y comprensiblesparatodos, pero éste se pasó de la raya y es muy bueno. Quedan otros caminos calculo, que el hijo obrero se junte con los muchachos del sindicato y le rompan el culo al tío Cleto y a la cheta tostada (anque algún vecino que se la viene buscando de tanto ser papafrita vocacional); que la vecindad recapacite y vean que tan mal no andan, que no llueven soretes de punta y la próxima vez voten como corresponde; que la señora les explique otra vez y esta vuelta entiendan...; o todas esas juntas. Año abierto, final abierto (y qué ganas de la primera opción, no?). Excelente.
ResponderEliminarpero vó só tarada? no te diste cuenta que el de la alcancía se va siempre a eso restorane lujoso con losusurero? Mirá que só caida elcatre ché, ¿eh?
ResponderEliminarsabes que? ahora si entendi perfectamente.
ResponderEliminarque maestra!
besos
Muy bueno. Para mi cerebro limitado en economía sería algo así como que tenemos que salir de Veraz para poder sacar créditos sin usura
ResponderEliminarHola Roxana
ResponderEliminarMuy didactica tu explicacion!
Ojala ahora con Marco vaya todo mejor.
Al margen del comentario te envie un mail a tu hotmail por una consulta,espero haya llegado
Sldos!
Pablo GB
Excelente explicación, ojalá salgamos adelante con el fondo del bicentenario, porque es para bien de todos.
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