"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza." ARTURO JAURETCHE

sábado, 8 de enero de 2011

PARA LOS PITUCOS UN GIL, PARA NOSOTROS TAN GAUCHITO...


Ya publiqué esto, hace dos años. Poquísimos seguidores tenía en ese entonces y seguramente muy pocos lo habrán leído. Es la excusa que encontré para publicarlo de nuevo hoy, que es 8 de enero, su día, mientras me tomo un vino patero y me fumo un pucho en su honor, como corresponde

EL GAUCHITO GIL, UN SANTITO PERONISTA

Será q
ue para llegar al santuario tengo que cruzar todo el barrio de mi infancia: el club donde aprendí a nadar, el hospital donde nací, la placita donde jugaba al salir de la escuela, la esquina del martonero, la iglesia a la que iba con mi nona a rezar los quince sábados, la plaza con mi calesita preferida, que ahora homenajea a Homero Manzi. Será que a la vuelta vengo medio mareada, mitad por el medio litro de tinto que me tomé al rayo del sol, un 8 de enero a la una de la tarde hora peronista y esa mezcla rara de olores y temperaturas: los vinos destapados, las velas rojas, los cigarros encendidos, la transpiración de los morochos con sus panzas al aire, el perfume barato de las mujeres –algunas de las cuales disimulan su morochez gracias a la tintura hecha en casa, que ni de peluquería, como las rubias de barrio norte que tampoco son rubias porque después de los 30 ninguna es rubia, sépanlo, salvo las nórdicas o germanas, y por estos lares no hay demasiadas-. A todo este emboyeré se suma el chamamecito bien maceta que sirve de música de fondo a los rezos de los promeseros y el humo que llega desde la calle, plagada de puestitos de choripán, vacío, pollo, empanadas fritas, chipacito y sopa paraguaya.

Por lo que sea, hoy tengo ganas de escribir sobre el Gauchito Gil.


Conocí la historia en los maravillosos y duros años que viví e
n el nordeste, que me dejaron un montón de cosas en la cabeza y el corazón, y una hija solidaria y correntina.

Se cuenta que Antonio Mamerto Gil era uno de estos gauchos bandoleros, tipo Mate Cosido o los hermanos Velázquez, que afanaba a los ricos y r
epartía el botín entre el pobrerío. Ya desde ahí cae simpático el tipo. Que fue desertor en la “guerra” entre celestes y colorados, a mediados del siglo XIX. Que lo agarraron y lo condenaron a muerte. Que como la gente lo quería y se lo tenía por buen hombre, se juntaron 20 firmas de “notables” para pedir su perdón. Que el perdón llegó tarde, pero él, antes de que lo colgaran, le avisó a su verdugo que su hijo estaba enfermo y que como estaba derramando sangre inocente le iba a tener que pedir a él que intercediera ante Dios para que el gurí se cure. Que el sargento, efectivamente, cuando llegó a su hogar encontró a su hijo muy enfermo, y que le pidió al Gauchito, y se convirtió en su primer devoto. Que puso una cruz y un par de tacuaras con cintas rojas allí donde lo habían matado – porque el gauchito era federal (y sigue cayéndome bien).

Hay una versión más que habla de la decisión
del dueño de las tierras en las que se encontraba el santuario, de trasladar el cuerpo del gauchito al cementerio local, molesto por la incesante llegada de miles de promeseros, y del posterior derrumbe económico y familiar que sufrió este hombre, que se revirtió cuando volvió a asentar el santuario en su lugar original.

Son muchas, miles las historias de milagros que realizó el gauchito. Dicen que al morir prometió que su sangre inocente iba a volver en milagros p
ara su Pueblo.

Y es el Pueblo quien se arrima a los altares, con su fe sencilla, profana, e
l que prende su velita, deja su vino o su vestido de novia, una trenza, un paquete de puchos, el título, una chapa de auto, una carta o un poco de plata. No hay especulación. Se pide, se promete, se agradece. Y cualquiera que llega puede tomar de allí lo que necesita y en otro momento devolverlo. Porque además, está eso, la solidaridad. Por eso también me cae simpático. Y porque es un santito colectivo: sus altares no están en las casas o en las iglesias, sino en la calle, a la vera de los caminos, en las veredas. Se reparte. Y eso es bien peronista. Nadie lo administra. No hay un Papa, un Rabino, un Monje, un nada que diga cómo y cuándo se debe honrarlo. Y la iglesia católica no lo va a beatificar nunca, por gaucho retobado.

No va a faltar el positivista que despedace mi relato por su falta de rigor científico. Ese mismo positivista concluirá conmigo en que no hay ciencia que pueda contra la fe. Y, permítanme, a mí la fe de un Pueblo en un gaucho retobado
, me conmueve. Me conmueve el hombre que se puso su mejor traje de gaucho, bombacha plisada y camisa rojas, ristra de monedas relucientes a la cintura, facón plateado en la espalda, botas prolijamente lustradas. Y la muchacha con su remera colorada, y la panza alunada de una señora, casi a punto de parir, que besa la imagen del santito y traslada el beso a su vientre florido. Y el muchacho, músculos negros, tan machazo él, arrodillado en medio del gentío, arrodillado como no debe arrodillarse en ninguna otra ocasión. Y los gurises correteando, empanada en mano, tranquilos y seguros, porque allí no hay daño posible. La vieja del quiosquito de enfrente, que me vendió el vino y me indicó por dónde andaban pasando los colectivos para volver de Ing. Budge al centro, y me despide diciendo que el gauchito me bendiga. Y hasta el colectivero del 32, que hoy tiene más laburo que nunca, y nos lleva con una sonrisa y su cinta roja colgada en el parabrisas.

Por eso, cuando vayan por los caminos de la Patria y vean a los costados de las rutas una pequeña estatua de un gaucho con una cruz detrás, rodeada de banderas, flores y estandartes rojos, sepan que es el santuario del gauchito, y aminoren su marcha, toquen bocina o hagan un gesto. Si no creen en el Gauchito, que sea en honor al Pueblo que cree en él.

Oración al Gauchito Antonio Gil
OH! Gauchito Gil
Te pido humildemente
Se cumpla por intermedio
Ante Dios, el milagro que te pido:
Y te prometo que cumpliré
Mi promesa y ante Dios
Te haré ver,
Y te brindaré mi fiel agradecimiento
Y demostración de Fe
En Dios y en vos Gauchito Gil
Amén


4 comentarios:

  1. tocaré bocina y cantaré la marchita, abrazo

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  2. Gauchito.. Gracias por cuidar de mi familia, de mi papa que es chofer y vive viajando..gracias por darle otra opotunidad de seguir viviendo al amor de mi vida..gracias por hacernos sentir tu presencia y proteccion cuando mas te necesitabamos..
    gracias gauchito.. tuve el onor de poder visitar tu santuario y simpre que puedo,daca vez que veo un santuario tuyo te prendo un cigarro..
    algun dia volveremos a tu santuario para agradecerte todo..
    Ayudame A CUMPLIR MI DESEO MAS PRECIADO.. ESE HIJO Y ESA FAMILIA AL LADO DEL AMOR DE MI VIDA.. GRACIAS GAUCHITO.. MUY AGRADECIDA ROMINA DE LA PLATA

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  3. por favor GAUCHITO GIL AYUDANOS EN ESTE MOMENTO!!!!! CUMPLIRE MI PROMESA Y NOS VEREMOS PRONTO POR TUS PAGOS. GRACIAS POR SER DEL PUEBLO!

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LO LAMENTO DE VERDAD. OTRA VEZ HAY MODERACIÓN DE COMENTARIOS PORQUE HAY CAGONES QUE CONFUNDEN LIBERTÁ CON LIBERTINAJE. HE DICHO

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