IRSE CON DIGNIDAD (¡¡¡que cunda el ejemplo!!!)

Irse cuesta poco y nada,

sólo una puerta alcanza,

y un adiós...

Lalo de los Santos

"Irse"

Algunas veces las personas suelen tener eso que se llama dignidad. Y resulta que cuando las personas tienen eso, al momento de tener que irse de algún lado lo hacen sin portazo, sin aspavientos, sin escenitas de culebrón berreta, sin lágrimas de cocodrilo. Simplemente se van, y no joden.

El Vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela, Ramón Carrizález, renunció hoy a su cargo. No hizo bardo, no fue a un programejo de RCTV, no almorzó con ninguna diva del Mesozoico, no llamó por teléfono a los escuálidos, no mandó mails a las embajadas. Se fue, y listo. Es más, en un gesto de republicanismo del que pocos son capaces por algunos lares, se fue con un comunicado de prensa en el que aduce razones personales para su renuncia, y hace hincapié en que "La salida no se produce por ninguna discrepancia en decisiones de gobierno y cualquier versión distinta a lo argumentado para renunciar es falsa y tendenciosa". Atracito nomás renunció el Presidente del Banco de Venezuela, hombre de confianza de Carrizález. Igualito a mi Santiago, casas más, casas menos...

Hay quienes dicen que Carrizález estaba teniendo diferencias políticas con Chávez. Hay quienes especulan con que lo que sucede es que Chávez necesita un Vicepresidente de perfil más político (Carrizález es un coronel retirado y ocupaba además la cartera de Defensa) con vistas a las próximas elecciones legislativas que predicen serán dificultosas para el chavismo. Puede que sea cualquiera de las dos cosas, o puede que sea que a Carrizález se le enfermó la suegra. No importa. Aunque sí, si en realidad se fue por diferencias con CHávez, el gesto es doblemente noble (no ernestina).

Hay, por estas latitudes, gente que debería renunciar, porque es más que evidente que no comparten un proyecto político. Claro que, a esta altura de la suaré, una ya no espera un gesto mínimamente digno de estrellitas cipayas de vuelo gallináceo a las que vergüenza les resulta una palabra absolutamente ajena. Pienso, como estará pensando ya el sufrido lector de este blog, en rubiecitos devenidos paladines de la defensa de los ahorros de las señoras de melena platinada. Pienso en orejudos padres de familia que abandonan su veraniego descanso trasandino para socorrer a la Patria. Pienso que hay más de uno al que le queda el sayo y no se lo pone... Sencillamente forros a los que sus patrones les darán resonante shot de cul apenas dejen de necesitarlos, como ya comienza a vislumbrarse. Porque también pasa eso, ¿vio? Más temprano que tarde pasa: aquel que los fogoneó, el que los meloneó, es el primero que les suelta la mano.

En homenaje al romanticismo idealista, una, en algún rincón de su alma, sigue esperando un blanqueo de situaciones sin que corra sangre. Pero eso de puro romántica nomás, por esa mala costumbre que tiene una de seguir creyendo en el género humano...

A la final, será como dice JUdas, nomás.

He dicho