La derrota pesaba en la cara del Chivo. "Espero que sea digno" me dije mientras se acomodaba en el estrado y, una vez más, el Chivo Rossi no me defraudó. De hecho, primero me conmovió, y después me dio un profundo orgullo.
La derrota es una instancia jodida para el militante. Se apelotona en la lengua, empasta la boca, sabe a bacalao podrido. Y uno puede reaccionar ante ella de muchas maneras, no siempre sanas, no siempre honestas. Un militante de verdad abraza la política con el objetivo supremo de mejorar la vida de su Pueblo, entonces la derrota duele porque lo que en verdad duele es no poder transformar esa realidad de la gente que debe, debe estar mejor y nosotros sabemos qué políticas implementar para que eso suceda. A veces pasa que la derrota jode tanto que nos deprime. Otras, sencillamente la negamos y nos colgamos de datos pelotudos para hacernos creer que no está, que podemos seguir como si tal cosa.
La derrota es el sueño que se diluye, el futuro que se escapa, y hay que tener unos cojones así de grandes para aceptarla con dignidad, con esa dignidad apesadumbrada pero sólida que se veía en el gesto denso y fatigado, en la voz apagada, en la mirada brumosa de Agustín Rossi. Hay que tener unos cojones así, digo, para pararse ante los muchachos y decirles "perdí, trabajé para un resultado mejor, pero perdí". Hay que ser un hombre profundamente convencido de lo que es lo correcto para dar un discurso absolutamente político en estos días en que parece haber llegado la era de la boludez, cuando en otro bunker alguien festejaba su irrupción antojadiza en la provincia como quien se recibió de perito mercantil, con "lo vago, la negra, el oreja". Faltaba el huevo y la harina.
No me hubiera gustado estar en los zapatos de ese hombre anoche, no. Pero ese hombre, desde sus zapatos, hizo lo que un peronista de verdad hace: SE HIZO CARGO. Sin vueltas, sin disimulos, sin excusas. Se hizo cargo de la derrota, habló de la política como herramienta de construcción colectiva pero se puso al hombro la mochila de la derrota. Y por si esto fuera poco, se sonó los mocos, se calzó las botas, y se dispuso a seguir en la pelea. Un soldado. Un hombre para mostrar a nuestros hijos, a los pibes que recién empiezan, a los que por ahí se creen que porque llegaron a la política en un momento de efervescencia y de éxito todo el tiempo va a ser así. Un hombre para que se avergüencen un poco los otros, los que se cuelgan de cualquier oficialismo y huyen como ratas ante el primer revés.
Esto, que queremos enseñar a nuestros pibes y que hoy encarna el Chivo, se llama DIGNIDAD.
He dicho
La derrota es una instancia jodida para el militante. Se apelotona en la lengua, empasta la boca, sabe a bacalao podrido. Y uno puede reaccionar ante ella de muchas maneras, no siempre sanas, no siempre honestas. Un militante de verdad abraza la política con el objetivo supremo de mejorar la vida de su Pueblo, entonces la derrota duele porque lo que en verdad duele es no poder transformar esa realidad de la gente que debe, debe estar mejor y nosotros sabemos qué políticas implementar para que eso suceda. A veces pasa que la derrota jode tanto que nos deprime. Otras, sencillamente la negamos y nos colgamos de datos pelotudos para hacernos creer que no está, que podemos seguir como si tal cosa.
La derrota es el sueño que se diluye, el futuro que se escapa, y hay que tener unos cojones así de grandes para aceptarla con dignidad, con esa dignidad apesadumbrada pero sólida que se veía en el gesto denso y fatigado, en la voz apagada, en la mirada brumosa de Agustín Rossi. Hay que tener unos cojones así, digo, para pararse ante los muchachos y decirles "perdí, trabajé para un resultado mejor, pero perdí". Hay que ser un hombre profundamente convencido de lo que es lo correcto para dar un discurso absolutamente político en estos días en que parece haber llegado la era de la boludez, cuando en otro bunker alguien festejaba su irrupción antojadiza en la provincia como quien se recibió de perito mercantil, con "lo vago, la negra, el oreja". Faltaba el huevo y la harina.
No me hubiera gustado estar en los zapatos de ese hombre anoche, no. Pero ese hombre, desde sus zapatos, hizo lo que un peronista de verdad hace: SE HIZO CARGO. Sin vueltas, sin disimulos, sin excusas. Se hizo cargo de la derrota, habló de la política como herramienta de construcción colectiva pero se puso al hombro la mochila de la derrota. Y por si esto fuera poco, se sonó los mocos, se calzó las botas, y se dispuso a seguir en la pelea. Un soldado. Un hombre para mostrar a nuestros hijos, a los pibes que recién empiezan, a los que por ahí se creen que porque llegaron a la política en un momento de efervescencia y de éxito todo el tiempo va a ser así. Un hombre para que se avergüencen un poco los otros, los que se cuelgan de cualquier oficialismo y huyen como ratas ante el primer revés.
Esto, que queremos enseñar a nuestros pibes y que hoy encarna el Chivo, se llama DIGNIDAD.
He dicho
Comparto totalmente, es lo que yo sentí al verlo. Y me acordé de la tremenda reacción espasmódica que había tenido Cavallo ya ni me acuerdo cuando, porque no quería aceptar la derrota. Eso no era un político.
ResponderEliminarLa dignidad de este gladiador, que debe ser la envidia de más de un partido o partiducho poco acostumbrados a este tipo de cuadrazos, me hizo llorar, me emocionó. El chivo se inmoló en los tiempos de la 125, es increíble el odio que su figura genera en los campestres santafesinos.
Yo muero por un candidato así en mi provincia. Una pena.
Gaby
salieron terceros?jajajajaja.esto mismo les va a pasar a nivel nacional jajaja
ResponderEliminarTotalmente, un dirigente de lujo! Lola
ResponderEliminarHoy la vieja chota de Magdalena dijo que el kirchnerismo oculta y se aleja de los perdedores.
ResponderEliminarDe periodista se convirtió en tribunera le dijo a Aníbal: lloré, lloré.
Estas viejas lastiman y generan odio o no?
Que bueno ésto que escribiste. Ojalá le llegue al Chivo. Ese tipo es un ejemplo de político militante.Una joya entre tantos payasos mediáticos inflados a helio
ResponderEliminargracias por compartir este texto
un saludo
Ale.
CHIVO ESTOY CON VOS , AUNQUE DESDE EL GOBIERNO TE HAYAN DEJADO SOLO YO ESTOY CON VOS, UN VERDADERO MILITANTE KIRCHNERISTA.
ResponderEliminarCompañera, nunca mejor dicho esto: puso en letras todos mis pensamientos y mis sentimientos.
ResponderEliminarLa verdad, es que te felicito por el análisis y estás 100% acertada en cada apreciasión. El Chivo es un cumpa con una enteresa y dignidad envidiables. No pudo ser, pero es un dirigente para esta nueva Argentina.
Un abrazo desde Merlo, corazón del Peronismo en el Conurbano Bonaerense.
Te invito a que te pegues una vuelta por mi blog:
http://barbarieenalpargatas.blogspot.com/
Che, anónimo risueño... ¿con qué desayunás cada mañana?? Se ve que pega bien... ¿por qué no convidás?
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