YO, LA PEOR DE TODAS

Me esmero, pero no me sale. Hago y hago cosas sólo para salir primera en las encuestas de popularidad. ¡Y me ganan Lula, la Bachelet, y hasta Uribe! Y yo que hice méritos...

Empecé por demostrarles que una mujer puede tener la mínima inteligencia de pronunciar un discurso sin leer lo que le escribieron sus asesores, y sin que se le caigan los papeles, con coherencia, cohesión y pertinencia. Pensé que les iba a gustar. Hicieron como un gestito de asombro, sí. Pero no más que eso. A la larga, parece que no les gustó nada. De hecho, un día salió una caricatura mía con una mordaza en la boca. Tampoco les gustó que reprochara eso. Parece que no tengo derecho de defenderme.

Después decidí que era hora de hacer algo de justicia. Redistribución de la riqueza, que le dicen. Entonces pensé en los pequeños productores del campo, y en los grandes, que se la llevan en carretilla. Y decidí que los que exportan a precios siderales enormes cantidades de soja pagaran más. Y que los pequeños productores pagaran menos. Y hasta subsidios por distancia del puerto les daba. A los pequeños, claro. Y no, che. No les gustó nada de nada. Mi hicieron un lock out feroz durante cuatro meses, y lo banqué de pie, sin reprimir, aún cuando cortaron todo el país. Todo por pretender que ganen un poquito menos. Hasta ahora no me lo perdonan, aunque mandé el proyecto al Congreso y no se aprobó, porque mi vice se me dio vuelta y se puso del lado de los patrones, en lugar de ponerse de parte del Ejecutivo que él mismo integra (aún lo integra, pensé que ya que no le gustaba se iba a ir, pero no, se quedó, no lo entiendo, y después a mí me dicen bipolar...)

Bueno, pero no me quedé ahí: le dí a la Ciencia y la Tecnología rango ministerial, aumenté el presupuesto de Educación, les dí movilidad a los haberes jubilatorios, reestaticé el sistema de jubilaciones, Aerolíneas, la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, puse en marcha el plan de documentación de inmigrantes, me metí de lleno con el problema de Hilda Molina e Ingrid Betancourt, continué con la política de Derechos Humanos que comenzó Nestor, mantuve el país económicamente estable en medio de la peor crisis financiera mundial, estuve firme en Bolivia y Honduras, preservando la democracia en Latinoamérica, reforcé los lazos con Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, dejé bien posicionada a la Argentina en los foros internacionales: la ONU, el G-20, dí nuevo impulso al Mercosur y a la Unasur...

Y voy por más: ahora se me ocurrió democratizar la palabra. Por eso mandé al Congreso un Proyecto de Ley de Medios que fue ampliamente debatido en todo el país, durante cinco años, y con mayor discusión en los foros que se implementaron desde que anuncié el proyecto, y ahora en las audiencias públicas y los plenarios de comisiones de Diputados y Senadores. Gracias a esto estoy soportando un ataque aún más sanguinario que en los tiempos de la 125. Hasta fascista me dicen, justo ahora que mandé a derogar la figura de Calumnias e injurias, será de Dió.

En fin, parece que apesar de todo lo que hice (y de lo que pienso hacer, tal vez gravar la renta financiera, por ejemplo) no me quieren. ¿O será precisamente por eso?