CELEBRAR (part chú)

No tiene nada que ver con la política. Al menos eso creo. Resulta que hoy cumplen años mi prima, esa como quien quería ser cuando era chica, y mi mejor amigo. De mi prima no voy a hablar mucho, porque anoche estuve con ella y le dije cuánto la quiero, de hecho, hoy estoy sufriendo las consecuencias del jolgorio, a fin de cuentas, el cumpleaños número 50 de tu prima querida, vale la salida de la dieta, el revoltijo de estógamo y la resaca, qué joder.

Así es que este posteo es para hablar de mi mejor amigo, el Krencha. Suele andar por acá y firmar sus comentarios como Dr.K. Recuerdo que me recontra cagué de risa cuando vi esa firma, porque el Krencha se hace el progre, ¿vio? y hace rato le anda esquivando el bulto al peronismo, y yo me le río en la jeta porque a cada hecho, a cada medida de este gobierno, cada reacción de los reaccionarios, el Krencha se para más firme de este lado, que en realidad es donde siempre estuvo, aunque se haga el dolobu y no se anime a asumir su peronismo a pesar de haber nacido en la Ciudad Eva Perón (y ya veo con cuánto cariño va a putearme y va a tratar de refutarme científicamente cuando lea estas líneas).

En fin, que hoy cumple años el Krencha y yo debo celebrar, como debemos celebrar todos, cada cumpleaños de cada Compañero, asúmase éste peroncho o no. Porque tipos como el Krencha hacen mejor una Patria, la hacen más linda, más vivible, más amable. Porque no puede ser tan jodida una Patria que da tipos como el Krencha: un tipo que se quemó las pestañas en la Universidad Pública para hacer mejor la vida de la gente, mejor dicho del Pueblo, allí donde muy pocos se meten de verdad, y es normalmente para hacer negocios: en la cabeza y en la vejez. Así es que me amigo arreglacocos se rompió el orto estudiando y fue de los buenísimos, tanto que terminó trabajando un tiempo en un laboratorio de ésos, del cual occcccc-viamente se fue dando un portazo porque le exigieron algo que chocaba de bruces con su ética (en realidad con la ética de cualquiera que tenga un poco de ética). Carajo, pocas veces me sentí tan orgullosa por alguien como el día que el Krencha renunció a ese laburo, que no sólo le daba bien de morfar, sino que le permitía seguir aprendiendo e investigando, que es lo que más le gustá, amén de arreglarle el mate a la gente, en la medida de lo posible.

Este es mi amigo el Krencha. Un tipo solidario que supo hacerse los Reyes Magos cuando a mi hija un Papá Noel no le dejó el regalo que quería. Un tipo que estuvo junto a mí en los peores y los mejores momentos. El Krencha es una lluvia en Ferro, un llanto y Pablo Milanés en el escenario. Una sentada en las escalinatas del Monumento del Congreso cuando no estaba enrejado, la puteada con la abstención de Zamora y la emoción otra vez cuando al fin se derogaron las leyes de impunidad. Un almuerzo en un restaurante paquetísimo de Belgrano con una comida de mierda. Una noche completa de caminata por Palermo y una charla al amanecer en el río. El Krencha es las dos piojosas que trajo a la Patria y que sabemos que son dos flores más para el jardín compañero. El Krencha es aquello que pinta tan magníficamente Ariel Petrocelli en su bellísima Zamba del Ángel:

"Cuando la luna en su viaje

me rompe las noches en un ángel de alcohol,

me desangro en las mesas y en la voz de un amigo

es el ángel que guarda mi dolor,

y la calle me junta con un ángel distinto,

es un hombre cualquiera, como yo..."

Hoy cumple años mi amigo el Krencha. ¡Salú, compañero! Hay que celebrar.

He dicho