¿EL JUICIO FINAL?

Lo que sigue es un brillante texto (por supuesto, no es mío) que describe con claridad la hora. Es el editorial de la revista Huinca, órgano digital difusor de las ideas y actividades de los Compañeros del Movimiento Huinca No alineados, que les haré llegar por mail en breve.

Tani.

Supongamos que el 28 de junio al Gobierno le va mal, muy mal. Le siguen seis meses de pesadilla, con algunos misiles perdidos de la crisis primermundista que peguen en una que otra fábrica del conurbano, Rosario, Bahía Blanca, Mar del Plata, Entre Ríos y Mendoza. Desocupación, corrida bancaria, el Banco Central apagando incendios con el superávit acumulado, vacío de poder, reclamos del campo.

Asumen los nuevos diputados (la mayoría opositores) con el cuchillo entre los dientes, alguno que otro peronista que se pasa de bando jugando a ganador. Proyectos incendiarios, guiños al FMI (siempre hay una Carrió a la vuelta de la esquina), presión patronal para bajar salarios, presión corporativa para ajustes al gasto social. Y el Gobierno contra la pared.
Mientras, la rosca contínua para buscar un candidato y un equipo para el 2011. Mucha rosca, muchos buitres. La gran esperanza blanca ondea sus banderas.

¿Qué vendría en reemplazo de los gobiernos K? ¿Pino, la progresía nacional y popular, la izquierda brava del PO o el MST? No, lo que sigue al vilipendiado kirchnerismo es la Mesa de Enlace, el neoliberalismo patronal y sus representaciones políticas del PROMacri y la Coalición Cínica. ¿Estamos planteando esto o el caos? Si, claramente.

Una elección legislativa a mitad de mandato es una posibilidad de elegir equilibrando el poder en un cantón suizo, pero no aquí después del brutal ataque del bandolerismo rural en las rutas, con una oposición desvergonzada que enarbola la república y pauta mediaticamente la democracia.

Defendemos el piso, este piso. No pensamos en el techo, porque adónde podemos llegar lo dice siempre la correlación de fuerzas, y lo define a favor del país real la capacidad o no de construir con sectores populares social y políticamente organizados.

Veamos un poco… Cristina asume y a los dos meses le estalla el conflicto rural que duró cuatro meses. Un clima “destituyente” aplastante. Ya dijimos en otro editorial que los K cometieron gruesos errores en el manejo de la crisis. Veamos también lo que dicen algunos compañeros: Néstor se pejotizó. Y menos mal, decimos, porque de no ser así hoy estaríamos hablando de la segura derrota del Gobierno. Las organizaciones populares tienen gimnasia de movilización pero aún pocos votos, es todo un tema. El progresismo acuerda estar en la lista y cuando asumen, suelen bañarse en agua bendita, todo les parece un asco y entonces arman otro bloque. ¿Acaso pensamos que Néstor y Cristina son el matrimonio rojo que subrepticiamente vino para hacer la revolución socialista? Son lo mejor que pudimos conseguir tras la crisis del 2001 y desde la primavera camporista. Y más, Cristina a veces parece mucha presidenta para este país, al menos para algunos.

La “clase media” llora y llora y llora: “los delincuentes están libres y nosotros tras las rejas”, dicen muchos. Esas rejas se forjaron cuando miles y miles eran cesanteados de las empresas del Estado que desaparecían, cuando miles y miles de familias se deshacían en la impotencia, cuando se caía la escuela y cuando ya nadie comía en casa sino en los comedores que las organizaciones sociales abrían para tratar de parar el diluvio con una cuchara, valientemente con lo que había. El Estado había muerto y muchos, muchísimos aplaudían el 1 a 1, y de paso conocían Cancún. Para qué recordar a los desaparecidos, si con estas imágenes basta y sobra.

Cristina es soberbia, dicen algunos muchos. Puede ser que no sea humilde. Pero cuando dice la Presidenta que “el dinero no genera dinero si no pasa por la producción”, no es soberbia sino que se trata del principio básico para edificar un país productivo. El trabajo dignifica, ¿se acuerdan? El Proyecto Nacional arranca en el 2003 con cuestiones sencillas: superávit fiscal, recuperación del trabajo genuino, reordenamiento de la deuda externa con quita de una porción de la usura internacional, verdad y justicia en los derechos humanos, reordenamiento de la Justicia (al menos la Suprema Corte), marco legal para la reconstrucción de la educación, proyección regional de América latina. De esto estamos hablando, porque esto es lo que se hizo en seis años.

Falta mucho y hay muchas cosas que se hacen mal. Hacen falta muchos años de gobiernos democráticos y populares (con votos y a favor del pueblo) para borrar la maldición de la dictadura, la traición del neoliberalismo menemista y la estupidez de la Alianza que terminó en sangre.

Ahora supongamos que al Gobierno le va muy bien, o bien en las elecciones del 28 de junio. La oposición –salvo ocupar un montón de bancas- hace exactamente lo mismo que describíamos al principio. El Gobierno…, ¿qué queremos que haga el Gobierno? En principio más de lo mismo. Y también que de más participación, que siga con la ley de Medios Audiovisuales, que revea su política minera y petrolera, que revise el resto de las privatizaciones, que reconstruya el Estado, que ayude a los que todos los días tratan de reorganizar el movimiento popular… Creemos que hay algunas cosas que sólo serán posibles si le damos un cauce al enorme e insuficiente campo popular que supimos rescatar de la ruina y trajimos, entre todos los compañeros, navegando como se pudo hasta aquí, que no es poco.

Al Gobierno le falta y a nosotros también. De avanzar en este proceso se tratan las elecciones.

HUINCA