Cae la noche del día después. Fría, afuera no llueve y la ventana refleja lo mismo de todas las noches pero esta es distinta como era la de cuando aún no había pasado nada. Ayer perdimos las elecciones. Eran legislativas y dicen que en realidad perdimos por poco, perdimos poco y aún somos la primera minoría, la minoría más votada.
Estoy cansado de entender y no entender, cansado de hacer esfuerzos que a la gente le importan tres bledos. Qué pueden entender los boludos este momento… (no quiero que entiendan).
No perdimos una elección. Se me parte en el corazón la segunda oportunidad por la que no se luchó, pero que vino. En la primera era demasiado jóven y duró algo más de treinta días. Me quedó el Tío jugando al billar en un bar de barrio (el presidente jungando al bi…). La foto. El Tío llorando con la banda. Después me vine a enterar que el Tío era un hermano menor del Padre. Tiempo después me fanaticé con la Madre (otra historia más linda, más trágica, más amorosa).
No voy a hacer la historieta pero la verdad es que no creía. Y me había vuelto peronista hace veinte años, aunque me di cuenta hace menos. Después del quilombo del 19 y 20, gas y piedra dando vueltas sobre la tumba del tercer partido hecho mueca, cómo esperar una segunda oportunidad.
Me encontré a mi mismo siguiendo al auto para saludarlo y decirle que viva el presidente. Satisfacción de un oficialismo que se veía venir, que lo decía el corazón. Despeinado y a los empujones con la gente, la cámara en la frente, la denuncia en la tele. La corte. Qué tipo. Me representa.
Abrazo con compañeros de mucho tiempo, con distancias de mucho tiempo pero abrazo en la calle lateral del buque insignia y el espanto. Y el alto desgarbado abriendo las compuertas. Todos nosotros atrás de él entrando como en un parque a la ESMA. Eso es lo que no se olvida y que los turros se agarren la barriga porque se metieron más morfi o se compraron un plasma por este gobierno. Yo me alimente el alma que estaba hecha mierda. Y no es mejor, es lo que a mi me faltaba.
Ese señor, padre de la derrota. Ese señor que tiene defectos y que no para a veces y que me gustaría que nos escuchara un poco, con todo respeto. Y no digo más porque eso se habla puertas adentro y no se publica. Ese señor que se llama Néstor, que me devolvió la alegría y no me la puede quitar ni él. A ese tipo, yo lo banco (aunque a nadie le importe).
El Marquesito.
Me hizo llorar, pue! Tiene blog este hijo e tuna? Que bello!
ResponderEliminarNo, no tiene blog, Darío. Ya le vamos a romper soberanamente las pelotas para que lo tenga.
ResponderEliminarPor estas horas y con
ResponderEliminarlas defensas bajas
-y aunque me enseñaron que "los hombres no deben llorar"-
LLORÉ
...es que también leí el post "del hombro"
son muchas las sensaciones que se producen en mí.
Muchos saludos