CUESTIÓN DE TALLES

Ya el hecho de tener que transitar este valle de lágrimas portando ese apellido, con esa cara, ese gesto permanente de felizcumpleaños con trajecito de pantalón corto y zapatos de charol apretados y abrillantados con manteca, esa voz de poca cosa, esa fama prestada gracias a que tu viejo crepó y esa runfla de viejos carcamanes que anquilosaron el partido que aireó un poco el dueño de tu apellido es, digamos bastante tirando a patético.

Si a esto le sumás que te hacen una nota en el "gran" diario argentino, edición dominical -oséase la que lee toda la tilinguería porteña- en la que el eje central pasa porque le usás los trajes, el escritorio, los libros, la secretaria, y hasta la kinesióloga a tu viejo, bué, matate.

Casi me das pena. Digo, hay que ser muy pusilánime, arrastrado, infeliz, nadita, lo que se dice un cero a la izquierda, bah, para prestarte a un reportaje de ese tenor, para pasarte horas hablando de tu viejo y sus cosas cuando sos candidato a diputado por el distrito más grande del país. Sí, está bien, SEGUNDO candidato, convengamos, ya el lugar contribuye a quitarte el brillo que naturalmente no tenés.

Pero sos tan pelotudo que hacés la nota nomás. Y hacés saber que te llaman "Richard", que no te pudiste llevar un libro del viejo para leer, que tenés buen trato con Cleto, que heredaste del finado la avidez por la lectura, el gusto por el morfi y el hábiro de dormir la siesta (y esto último se te nota), que te vestís con su pilcha pero sus trajes te quedan grandes. Y sí, que querés que te diga, te queda grande. Pero no por gordo, sino porque no te da la talla política, sabelo.

Mirá, todo lo que puteé a tu viejo me da el derecho de decir que ni una puteada merecés. Me dan pena tus votantes. ¿Qué pueden esperar de un papafrita que reconoce que ahora le dan bola en el partido porque omanó el viejo?.

Dejo para el final la berretada más lastimera: que lo UNICO tuyo en el despacho heredado son los cigarrillos DERBY. No me sorprendería que fuera un paquetito de diez...

Bigotito

si todo el mundo te cacha

al campanearte la hilacha

del “apéndecis” nasal,

¡Che Bigote!

Qué te parece un escote

a dos guitas por cogote

para hacértelo afeitar...