CUESTIÓN DE HELADERAS

Usted se sienta ahí, frente a una cámara que la toma en primer plano. Y me habla, como si entre usted y yo hubiera, digamos, una mesa con mantel a cuadros, un mate y bizcochitos de grasa. Pero no los hay, usted y yo lo sabemos. No le importa. Usted me habla de mi heladera, y de lo mal que me siento -supone usted- cuando voy a pagar en el supermercado la mercadería que compro "otra vez".

Y yo le voy a contar, Sra Michetti, una historia que ni usted ni los de su clase conocen.

Resulta que en el 2003, cuando yo abría la heladera y estaba vacía, me sentía mal en ese mismo momento porque -¿sabe qué?- en el 2003 yo no podía ir al supermercado a mitad del mes. En ese año yo ganaba 500 pesos y pagaba 270 entre alquiler y expensas. Las cuentas no cerraban por ningún lado. No creo que a usted le haya pasado, como para venir ahora a hablarme de mi heladera. En ese año yo no podía comprarle un vaquero a mi hija, ir al cine o a cenar era una utopía, los paseos se limitaban a una plaza, algún recital gratuito o ir a la casa de la abuela, que tampoco tenía un mango partido al medio. No quiero abrumarla con miserias, pero sepa que terminé internada en un hospital público, que en ese entonces no estaban tan hechos mierda como los están dejando Ud y su amiguito Mac'ris.

Resulta que hoy, Sra. Michetti, gracias a los gobiernos kirchneristas hay paritarias. Y mi alquiler no supera el 30 % de mis ingresos, como corresponde. Compro ropa para mi hija y para mí, y también perfumes y maquillaje. La puedo llevar al cine, la llevé varias veces al teatro, cenamos afuera de vez en cuando y cuando no tengo ganas de cocinar porque llego tarde del trabajo, pedimos comida afuera, cosa que en el 2003 ni se nos hubiera ocurrido. Cambié la heladera, ¿sabe?, y me compré microondas, televisor y dvd, gracias a que por el sindicato tengo una mutual que me permite ese tipo de cosas. Como irme de vacaciones al mar, por ejemplo, a un hotel sencillo, claro está, pero yo no me iba de vacaciones desde el año 97. Y si me duele acá, me cubre mi obra social. Ah, porque ahora también tengo obra social. Y la abuela de la niña tiene jubilación. Móvil, por ley kirchnerista.

Usted, siguiendo con esta onda del mate y los bizcochitos, dice que yo cuando llego a mi casa y prendo el televisor escucho a un señor que grita. Y lo dice como si el señor -a la sazón, el Ex Presidente de la Nación Néstor Kirchner- me gritara a mi. No quiera engañarme, señora. Kirchner no me grita a mi. Le grita al monopolio mediático que tergiversa sistemáticamente la realidad como se le antoja o como le conviene. Y le grita porque este multimedio -sí, señora, Clarín, el multimedio que NO dice el desastre que Ud. y su amiguito Mac'cris están haciendo en mi ciudad- está haciendo campaña en contra del gobierno, de un modo tan burdo que ya causa casi risa.

Y tiene el tupé, usted, de venir a hablarme de monedas. Como si supiera cómo es no tenerlas. Y como si no fueran -ud y su amiguito Mac'ris- la otra cara de la moneda del menemismo, haciendo suculentos negocios desde el Estado, o de la dictadura, con la patota de la UCEP que apalea indigentes.

Usted dice -como si fuera yo- que estoy harta de que me maltraten. Y ahí sí, tiene razón. Pero no me maltrata el Gobierno Nacional. No, señora. Usted me maltrata, cuando pretende engañarme desde un spot televisivo, y me subestima, cuando se hace la buenita desde su silla de ruedas y juega al dentista con su amiguito Mac'ris mientras están desabasteciendo los hospitales, como si la salud pública fuera una joda. Me maltrata cuando mi hija va al colegio y se caga de frío porque no andan las estufas. Me maltrata cuando hace placitas y arregla veredas en barrio Norte, mientras Soldati y Constitución se caen a pedazos. Me maltrata cuando les paga miserias a los maestros y sobresueldos a sus funcionarios. Me maltrata cuando echa empleados públicos por un lado e incorpora ñoquis con sueldazos por el otro. Me maltrata cuando la votan y no va a trabajar, señora.

Usted me propone que el 28 Ud y yo hagamos algo, que dejemos de votar al gobierno nacional definitivamente. Déjeme decirle primero que yo con usted no voy ni a la esquina. Y en segundo lugar que yo quisiera votar a este gobierno indefinidamente. ¿Sabe por qué?

Porque como yo, Sra. Michetti, hay millones de argentinos que mejoraron su situación económica desde el año 2003. Faltan muchos, es cierto. Por eso apoyo a este gobierno y quiero que profundice su rumbo. Para que los que faltan, algún día estén como yo. Pero no creo que pueda usted comprender eso, señora.