EL CHACO, INUDACIÓN Y SEQUÍA

No es novedad que mi querido Chaco es una de las provincias más pobres del país. Tampoco lo es el hecho de que hace días Resistencia está tratando de resistir una de las más terribles inundaciones de su historia. Mucha gente no sabe que, mientras tanto, el sudoeste de la provincia está padeciendo una sequía casi sin parangón, y Colonia Elisa sufrió un tornado devastador, que destrozó varias casas.

No hay mucho que decir. El pobrerío se queda sin nada una vez más. Más allá de las responsabilidades por bombas que no funcionan, y sobre todo, las responsabilidades por un cambio climático que, en buena medida, tiene que ver con el inescrupuloso desmonte y la muerte de la tierra después de que pasa la soja, lo que hay que ver hoy, con urgencia, es qué hacemos.

Qué hacemos con los pobres que ya eran pobres de toda pobreza y ni eso les dejó el agua. Qué hacemos, carajo.

Qué hacemos con los pibes, con los viejos. Qué hacemos, carajo.

Lo que nos sobra no alcanza - y es una mierda regalar lo que nos sobra-. La solidaridad es compartir lo que se tiene, y lo que no se tiene también, buscar, llevar, cargar las bolsas y rumbear para la Casa del Chaco, Callao 322. Desde pañales hasta leche en polvo, ropa y calzado, colchones, frazadas, alimentos, toallitas femeninas, por qué no juguetes, útiles, todo es poco, pero poco es mucho para quien se quedó sin nada.

A mover el culo. A levantarse de la silla, salir de la compu, y empezar a revisar placares, armarios, alacenas. Esto no es joda. A cruzarse a lo del chino y comprar unos pañales y unas leches. Eso que le enseñamos a nuestros hijos, es urgente ponerlo en práctica.

He dicho.