HASTA TINELLI Y EL MAIPO NO PARO

Volvió la esperanza blanca de este país de negritos de mierda . Blanca hasta en el trajecito y las perlas. Blanca hasta los dientes. Blanca en el pensamiento. Blanca y radiante va la gorda. Blanca de ideas.

Habló de humillaciones, talles de ropa, de creer, de amor, de soberbia, de marineros y capitanes, de paciencia. Más o menos el mismo discurso de mi vieja cuando vuelve de un retiro espiritual.

Como es su costumbre, exudó su bilis con sonrisitas y guiños de ojo. Se cuidó de no nombrar a mi Presidenta, y como soy buenita voy a pensar que fue un gesto de humildad o de cobardía, porque no le da la talla para confrontarla. Como mujer y como política. O como mujer política, según se prefiera.

La escuché como escucho a mi vieja cuando hablamos por teléfono y empieza a contarme algún chusmerío del viejo barrio y no sé cómo corchos hace pero termina hablándome de la sagrada eucaristía, no sin antes pasar por la nueva conexión de gas, el perro de la vecina, los piquetes de la panamericana y la pilcha de mi ex-cuñada. Quiero decir, la escuché como hago con mi vieja, poniendo el tubo a quince centímetros de la oreja y volviéndolo a acercar cuando capto algún concepto interesante, algún dato fundamental de la vida familiar.

Buó, con mi vieja a veces acerco el tubo. Con Biblita fue imposible. Tanto spa, tanto retiro, tanta vacación y ni una sola, triste, escueta, esquiva, sencilla idea. Decí que todo eso debe ser gratarola, que si no, debería pedir que le devuelvan la plata.

Ah, no, perdón. Dijo en un momento que "lo mejor que le puede pasar a la argentina es tener una prensa libre, plural y competitiva". Habría que avisarle que eso, justamente, va a pasar cuando aprobemos la nueva Ley de Medios.

He dicho